sábado, 29 de enero de 2011

La mariposa que no sabia volar

Un día te das cuenta que todo es diferente. Piensas en ti mismo y las cosas no parecen igual. Te sientas, abres un libro y leer te cuesta aunque sea necesario. Lo miras, lo cierras y piensas. Pensar. Que bonita palabra. A veces incluso divertida. Nunca te has creído que algo así podría fastidiarte. Y lo hace.

Tu vida ha cambiado, lo tienes claro. Y lo has cambiado tu. Quisiste hacer algo nuevo con ella y lo conseguiste. Ahora vives. Y las cosas se ven distintas. Te planteas nuevas frases, conjeturas que nunca creerías ser capaz de hacer. Y planteas una nueva vida. Y piensas. Estas condenada al fracaso. Pero la quieres vivir. Te hace falta. Tu lo necesitas. Y vives. Sonríes sin querer porque nada es tan bonito como tu lo recordabas y aun así, sonríes esperando algo nuevo. Y aparecen. Y todo cobra nuevo sentido. Y vives. Y piensas que se irán. Y tienes miedo. Y les echas de menos. Y no te lo crees. Puedes ser feliz. Puedes no serlo. Y vives. Y vives. Y vives.